domingo, 31 de agosto de 2025

Cosmo Airlines

 

Logo Cosmo

Cosmo Airlines se fundo en el 2010 y tuvo su sede en Madrid, obtuvo el AOC en 2011, pero nunca llegó a convertirse en un operador con presencia real en el mercado. Su flota operativa se limitó a dos Airbus A320-200 arrendados a Avión Express, el primero matriculado LY-COS recibido el 27 de Abril de 2012 solo lucio una librea totalmente blanca y estuvo en operación hasta mitad de Mayo de 2012, el segundo matriculado LY-COM reemplazo al LY-COS y este fue el que lucio los colores corporativos de Cosmo Airlines, una librea negra llamativa. Con ellos efectuaron vuelos chárter ocasionales y sobre todo servicios en régimen de wet lease para otras compañías, por lo que le dio cierta visibilidad pasajera. El A320 LY-COM fue retirado a los cinco meses, concretamente a principios de noviembre de ese mismo año y la compañía quedó prácticamente inactiva. 

Flota Cosmo

El episodio de los CRJ’s de Pluna Uruguay marcó la parte más llamativa de su historia empresarial. Tras el colapso de Pluna en 2012, se subastó su flota de 7 Bombardier CRJ900, un lote de aviones modernos y aún con valor de mercado. Cosmo Airlines, pese a su escasa trayectoria, se adjudicó aquellos aparatos, lo que sorprendió en los círculos de la aviación: una empresa española casi desconocida se hacía con la flota de la compañía uruguaya. Sin embargo, la adquisición no se tradujo en operaciones reales. El proyecto de integrar esos CRJ900 en una nueva estrategia de vuelos regionales nunca cuajó, ni en España ni en Latinoamérica. El resultado fue un fracaso empresarial rotundo. Ni se pusieron en marcha rutas regulares, ni se logró rentabilizar la inversión, ni mucho menos consolidar una aerolínea viable. La operación con los aviones de Pluna acabó convertida en un símbolo de improvisación: un pequeño operador chárter que apenas había gestionado un A320 durante meses intentaba dar un salto desmesurado, sin estructura, sin contratos estables y sin una red comercial detrás. Así, Cosmo Airlines se apagó sin dejar apenas huella. En la memoria de la aviación española queda como uno de esos proyectos breves, casi anecdóticos, cuyo eco proviene más del episodio con los CRJ de Pluna que de sus operaciones reales, limitadas a un único avión de corto recorrido.










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