
A mitad de la primera década del
2000 surgió un proyecto
empresarial que prometía revolucionar el panorama aeronáutico
español. Bajo el nombre de
Gadair European
Airlines, esta
aerolínea madrileña aspiraba a convertirse en una alternativa
sólida a las grandes compañías nacionales, con un modelo híbrido
entre vuelos chárter, operaciones ACMI y unas
ambiciosas rutas de largo
radio que pretendían conectar España con el Golfo Pérsico y el
sudeste asiático. El origen de Gadair se remonta a 2006,
año en que se constituyó la sociedad con un marcado carácter
expansivo. Desde sus inicios, los discursos de sus promotores
estuvieron cargados de grandes promesas, que
era crear un grupo
aeronáutico con filiales en Europa, África y América Latina,
invertir en aerolíneas ya existentes y sobre todo, hacerse con un
espacio propio en los mercados internacionales. La compañía llegó
a obtener los códigos oficiales de IATA y entró en el BSP (Plan de
Facturación y Liquidación) español, dando señales de que sus
planes eran serios y de que aspiraba a consolidarse como actor
relevante en el sector.
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| Flota Gadair |
El inicio
de operaciones llegó en julio de 2007,
cuando Gadair realizó sus primeros vuelos chárter desde
Madrid-Barajas. Su actividad se centró fundamentalmente en vuelos
ACMI, es decir, el alquiler de aviones con tripulación a terceros
operadores, entre ellos compañías españolas como Spanair o
Vueling, así como vuelos ocasionales hacia Europa y el norte de
África. La flota, limitada y arrendada, consistió principalmente en
dos
Boeing 757-200,
un modelo versátil que permitía tanto operaciones de medio radio
como enlaces más largos, para
las rutas de largo alcance hacia el sudeste asiático iba a operar un
Boeing 767-200ER que solo recibió los colores de Gadair, pero que
nunca llego a estar operativo.
En apenas un mes, Gadair transportó cerca de 16.000
pasajeros, un
estreno que parecía augurar un futuro prometedor. Pero la aerolínea
nunca logró dar el salto cualitativo que anunciaba. Sus responsables
difundieron proyectos ambiciosos, entre los que destacaba la apertura
de una ruta Madrid–Bahréin,
concebida como puente hacia destinos del Golfo y Asia. De haberse
materializado, Gadair habría sido la primera compañía española en
establecer una conexión directa y regular con la península arábiga.
Sin embargo, como tantas otras iniciativas, aquel proyecto quedó en
simples declaraciones. El nombre de Gadair volvió a ocupar titulares
en 2008,
cuando se presentó como uno de los aspirantes a adquirir Spanair,
la histórica filial española de SAS que atravesaba serias
dificultades financieras. La operación, envuelta en un notable clima
de expectación política y mediática, incluía planes para
convertir al aeropuerto de Barcelona-El
Prat en un
verdadero hub de largo radio, dotando a Cataluña de una “aerolínea
de bandera propia”. Aunque durante semanas se multiplicaron las
especulaciones sobre apoyos financieros internacionales y alianzas
estratégicas, la realidad pronto mostró las debilidades de Gadair,
falta de liquidez, ausencia de garantías sólidas y una estructura
empresarial demasiado frágil para sostener un movimiento de tal
envergadura. La oferta no prosperó y Spanair continuó su camino
hacia un final igualmente trágico años después.
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| Boeing 767-200ER Comandante Enrique Carre |
Mientras tanto, Gadair empezaba a
acumular problemas financieros. Los arrendadores de sus aviones
reclamaban pagos atrasados, se dictaban diligencias de embargo sobre
bienes de la sociedad y la participación que mantenía en Hola
Airlines, una
pequeña aerolínea balear de la que había llegado a controlar la
mayoría, fue finalmente intervenida judicialmente. El sueño
expansivo comenzó a resquebrajarse entre demandas, deudas y un
mercado cada vez más competitivo, marcado por la crisis económica
global de 2008. Para 2009,
la compañía había cesado prácticamente toda su actividad, dejando
tras de sí apenas unos meses de vuelos efectivos y un puñado de
titulares que ilustraban más lo que pudo ser que lo que realmente
fue. La caída de Gadair arrastró también a Hola Airlines, que
terminaría cerrando en 2010, poniendo punto final a un experimento
que nunca llegó a consolidarse. La historia de Gadair European
Airlines es, en definitiva, la de una promesa incumplida. Su breve
existencia encarna el entusiasmo de una época en la que surgieron
multitud de proyectos aéreos en España, pero también refleja las
dificultades de competir en un sector de márgenes estrechos, donde
la fortaleza financiera y la gestión prudente resultan esenciales.
Con sus planes grandilocuentes, sus intentos fallidos de expansión y
su repentina desaparición, Gadair quedó como una nota a pie de
página en la historia de la aviación española, un recordatorio de
que, en el negocio aéreo, la ambición sin respaldo sólido suele
terminar en tierra.
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